Pero este viernes seria diferente, estaban muy aburridas.
La dueña de casa, las recibe… toman algo, se acomodan, pero… faltaba algo. La dueña de casa, comenta que llegara alguien, que a modo competencia, instauraría el juego de ver quien era capaz de tomar el poder que este caballerito podría llegar a dar.
Llega… un caballero completamente, si lo ves en la calle, es un gran Sr. Pero aquí... ya venia con sus intenciones delatadas.
Saluda a cada Dama hasta que llega a Ella. La anfitriona no dejo de recalcar los dotes de este sumiso, pero, aseguro también, que sus expectativas, hace tiempo no las cumplía ni una de las Damas del grupo.
Cuando este niño se acerca a Ella, se inclina a tomar su mano y saludarla… Ella dice: Desnúdate, después me saludaras.
Sin hacerlo. El continua con los saludos, mientras Ella se levanta de su sillón y camina en busca de otro trago.
Antes de servirse, el toma la botella e insiste en servirla. Ella se resiste.
Pasa un rato. El pide a las Damas para ir al baño. A lo que las presentes asisten.
Regresa, sin demoras. Completamente desnudo, y como nunca frente al grupo, totalmente excitado. Se postra frente a Ella, y suplica poder saludarla.
Su poder desde el principio lo estremeció, intento, pero no soporto mucho sin caer ante Ella.
Lo ignoro, lo dejo postrarse pero jamás extendió su mano para ser besada.
El calor de la noche era ideal para pasar el resto de la velada en la terraza, y asi lo hicieron. Bebida en mano, mazo de naipes en la otra, las Damas suben la escalera y el chino detrás.
De chino no tenia nada, alto, fuerte, de mirada transparente y seductora, su sonrisa era invitación al abuso.
Ella, camino mas despacio, conociendo la casa, y los juguetes que en ella había, toma una correa mientras se acercaban a la mesa dispuesta para el juego.
Antes de tomar asiento, llama al chino. ¡Ven acá perro. No puedes estar sin correa! Mientras se la coloca y ata el otro extremo a los tirantes bajo la mesa de vidrio.
Desnudo, acalorado, rodeado de pies, pernas.. y entre piernas… no necesito mucho para entender que debía hacer.
Los rostros de las Damas comenzaban a denotar el trabajo del chino.
Pero por mas que el atendía con gran habilidad a todas, se esforzaba en atenderla a Ella.
Sus dedos temían tocar su piel, sus labios deseaban sus pies, su excitación crecía, pero era mucho para el. No se lo merecía aun.
La noche pasaba, y los rostros ya comenzaban a relajarse, había que reconocer los meritos de esta chirusa.
Pero a Ella, aun no la tocaba. La adoraba, a sus pies. Rozándola temeroso.
La noche llego a su fin, Ella lo libera de la correa y lo deja salir de debajo de la mesa.
Se despide de todos y se retira, así lo harán una a una.
Mientras camina hacia el auto, ve que por la ventana se divisa un rostro feliz, como un niño frente a una juguetería.
Un minuto después, Ella escucha su nombre en el silencio de la noche.
Ella gira, y ve al chino, de rodillas en el portal del edificio, con la cabeza gacha, totalmente desnudo, erecto, y hablando en un tono alto. Sra.… Lléveme, por favor. Seré tan suyo que me verán como sombra de sus pasos.
Hace dos años esta allí. Como sombra de los pasos de su Ama. Recordándole día a día, que esa noche calurosa, cuando llego a saludar a las Damas, jamás pensó en encontrar quien con una pequeña frase, tomara todo de el.
La noche fue del chino… de ese Caballero que nació nuevamente cuando al fin beso los pies de quien es hoy aun su Dueña.
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